lunes, 12 de mayo de 2008

Ciencia, Ingenua Ciencia I

El auditorio estaba repleto de ojos curiosos. La presentación del Grupo de Investigaciones en Primates era uno de los principales atractivos de la convención de Ciencia Natural. La voz gruesa e insensible anunciaba con increíble intrascendencia los nombres de los científicos que comenzaban a subir a una tarima, similar a un escenario. De la mano del último científico se ve un pequeño humanoide peludo que caminaba de manera curiosa. Era un orangután. El orangután. El exponente más preciado de semejante descubrimiento.
La atención de todo el anfiteatro posaba en el primate, que miraba desconcertado ante tanta gente, deslumbrado por las luces y el murmullo general. Una mujer joven, de pelo castaño y recogido, tomo un micrófono. Las luces dejaron por el momento al primate para alumbrar el pálido rostro de la científica. El micrófono se quejo con un sonido agudo, antes de estabilizarse. Entonces la mujer comenzó:
- El parentesco entre los primates y los humanos siempre ha sido un tema de discusión en el ámbito de la ciencia, y aunque últimamente se han realizados diversos estudios que demuestran el increíble poder de razonamiento de la clase de los chimpancés en especial, hoy nos atrevemos a decir, que nuestros estudios han permitido determinar un subdesarrollo mental mucho mayor al esperado en estos animales. – La mujer se hizo a un costado y continuo, - les presento a Tulpo -.
El científico que llevaba al mono de la mano se acerco a la parte delantera del escenario y lo subió a unos escalones que habían sido acomodados para esta presentación. Allí, donde cada mirada de cada persona presente en el auditorio podía observar claramente cualquier movimiento del pobre conejillo de Indias. La mujer sonrió y volvió a hablarle al micrófono.
- Hemos descubierto que los inicios de construcciones lógicas presentes en la psiquis de los primates no son más que respuestas a previos impulsos visuales y memorias anteriores. Por lo que un chimpancé es totalmente incapaz de construir cualquier tipo de abstracción – la mujer miró a uno de sus compañeros y le hizo una mueca. El hombre saco de un bolsillo una banana de tamaño considerable y un color amarillo fuerte, y del otro un billete de 10 pesos.
Acercándose a Tulpo, el hombre los dispuso delante de él indicándole al primate que haga una elección. El silencio se apoderó del auditorio y todos esperaban ansiosos aluna reacción.
Tulpo observo la fruta, observo el billete, y pensó: - Veamos, considerando que estos humanos locos me tienen hace dos días sin comer para que demuestre su sucio experimento, la opción del plátano suena muy prometedora. Sin embargo, con 10 pesos podría ir al supermercado y comprar una mayor cantidad de bananas. Considerando la distancia al último supermercado que pasamos en el viaje hasta acá, probablemente el dinero no alcance para ir en taxi, y mi estatura no me permite introducir las monedas en la maquina del colectivo. Esto limita mis opciones a viajar en Subte, lo que descuenta mi capital a 8 pesos. Además debo considerar los riesgos que implican caminar entre los humanos, lo que provocaría que llamen al control de animales y desminuiría mi tiempo disponible para realizar mi compra. Además, si tomo el dinero, estaré contradiciendo los ingenuos descubrimientos de estos científicos, y volverán a trasladarme al zoológico, donde mi ración de bananas es claramente menor y además debo compartirla con otros compañeros.
El chimpancé extendió su brazo y tomo la banana. Las voces de miles de personas explotaron en el auditorio y comenzaron a murmurar. La mujer continuó hablando serenamente mientras Tulpo disfrutaba de su comida.

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